domingo, 25 de octubre de 2020

El sentido de la vida sin sentido

Mucho se ha dicho sobre el sentido de la vida, pero parece que todo eso se ha dicho en balde si entendemos, con el filósofo Jesús Mosterín, que a la vida le podemos dar el sentido que queramos, porque la vida en sí misma no tiene sentido. En la conversación cotidiana, o por medio de la observación, encontramos los motivos para vivir de las personas que nos rodean. Cuando un padre dice que lo mejor de la vida son los hijos, o cuando una joven dice que las cosas importantes de la vida son el sexo y el dinero, o cuando vemos a una abuela consagrada al cuidado de sus nietos, somos testigos de su filosofía de vida. Cuando leemos a los grandes escritores, sentimos que el deseo de hacer un gran trabajo fue uno de sus motivos vitales, y en las biografías y memorias podemos encontrar los motivos de los seres humanos más interesantes que han habitado este mundo. Bertrand Russell comienza su Autobiografía diciendo: «Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda de conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad.». Los que todavía no sabemos qué sentido darle a nuestra vida, quizá podamos hallar una guía de luz en esas palabras.